Una aplicación vs un alfajor
Nuevamente tuve ganas de escribir. No han pasado ni dos semanas desde mi primer artículo y acá estoy una vez más con ganas de dar a conocer un punto de vista sobre la compra de aplicaciones y una invitación a la reflexión de ustedes, los lectores.
Muchas veces, yendo a la universidad, me topé con ganas de comer algo antes de entrar a clases. El destino siempre es el mismo: el buffet. Allí, debemos agarrar lo que queremos y pasarlo por caja. Algo tan sencillo y que hacemos cotidianamente.
La pregunta es… ¿Por qué nos hacemos tantas preguntas a la hora de comprar una aplicación si la misma vale igual que un alfajor?
Poniendo el caso básico de una aplicación a US$0.99, nos encontramos con una posible herramienta para nuestro dispositivo el cual nos durará para siempre sin importar la plataforma que usemos. ¿El alfajor? cinco minutos y con suerte.
Ojo, con esto no digo que reemplacemos la comida o las ganas de comer por comprar juegos como un desquiciado, pero sí replantearnos los motivos por los que algo virtual nos genera mas rechazo a la hora de comprar incluso cuando probablemente lo disfrutemos más.
¿Es que vemos “poco tangible” la aplicación por estar en una pantalla?
No tengo una respuesta muy clara. Lo que si sé, es que hace bastante que ya no me privo de eso y al dudar por una aplicación siempre pienso ¿Una aplicación o un alfajor? A pesar de que luego me compre ambas o ninguna.